PIEDRAS DE GUARDIANES DEL REFUGIO.
Antes de partir, el Cacique Sereboquí en una noche de luna llena, unió los 4 elementos de la tierra con los guardianes del refugio para marcar las 4 piedras míticas que darán un don especial a la persona que decida cuidar el refugio de todo aquel intente dañarlo.
Esta es su historia.
En tierras de una hermosa colina, en lo que hoy se conoce como “Refugio Ocorotú” del cual se podía apreciar una “Buena Vista”.. tiempos muy lejanos, en los que los seres humanos vivían en armonía con la naturaleza y compartían la tierra hermanados con los animales, comiendo de los mismos frutos y bebiendo juntos, mientras se miraban con afecto a los ojos en el reflejo vertiginoso o detenido de las aguas de los ríos y los lagos, esta tierra se extendía hasta muchísimo más allá de donde alcanzan la mirada y los sueños, en un inmenso océano vegetal y multicolor, en el que se sumergían hombres, animales y aves. Cada uno de los cuatro puntos cardinales de ese inmenso espacio, estaba guardado por un cacique.
El Norte, era protegido por el cacique Moile
Cacique Moile. Yo soy Moile… En el Norte alimento mi espíritu, lo vuelvo fuerte como una roca… El que intente cruzar mis tierras trayendo consigo malas intenciones, es mi rostro lo primero que verá… A muchos buenos corazones he dejado pasar, pero aquel que intente hacer daño a Ocorotú, no dará un solo paso…
El Este, por la cacique Tajuto
Cacique Tajuto. Soy la Cacique Tajuto, el camino del Este es siempre es mi camino. El lugar por donde nace el sol. Viajo a lomos del viento que roza con sus manos a los animales, a las plantas…, a todo lo que existe. Y Lleva la alegría a los corazones, y de ellos, a los rostros…
El Oeste, por el cacique Chosuma
Cacique Chosuma. Allá En el Oeste, el punto por donde el sol cae, vigilo yo. Mis ojos son como los del jaguar, rasgan la noche develando sus secretos y previniendo del peligro a hombres, animales y plantas.
Y el Sur, por el cacique Sereboquí
Cacique Sereboquí. Mi nombre es Sereboquí, cacique del SUR…, el lugar desde donde sube la luz de los colores. Este es el Sur… Las tierras del Sur, el lugar en el que ustedes se encuentran. Aquí salvamos al mundo de sí mismo.
Junto a los otros caciques, y desde nuestros puntos cardinales, nos orientamos y orientamos a todos los seres para que encuentren la ruta correcta, en la tierra y en el espíritu; porque no solo nuestros cuerpos necesitan encontrar el camino en el espacio de la tierra…, también nuestros espíritus necesitan orientarse y hallar su camino en el místico espacio de la existencia.
Juntos, los cuatro caciques, formaban una protección impenetrable, invencible, que protegía a todos los seres vivos, y guiados por una promesa:
« Cuidar y proteger de todo aquel que quiera dañar el alma viva de la selva, sus animales y vegetación intocable »
Un día, llegaron hasta aquí cuatro hermanos. Habían recorrido gran parte del mundo buscando la tierra que sus sueños les habían prometido, para sembrar en ella sus manos y unos frutos luminosos como soles que les habían legado sus ancestros… Se llamaban Uré, Soré, Yemoyere y Tapuy, y tenían sus esperanzas puestas en este lugar.
Uré. Buenos días… Caminamos desde hace mucho, mucho tiempo.
Soré. Estamos buscando tierras nuevas donde sembrar Ocoró, el árbol que nos legaron nuestros padres y abuelos.
Yemoyere. Este parece un excelente lugar.
Cacique Sereboquí. Estas son mis tierras, es una tierra muy generosa y por eso no puedo negarlas a quienes quieran enriquecerlas con más vida. Les permitiré quedarse, pero tienen que prometerme algo: así como yo cuido de este lugar, también deberán cuidarlo ustedes.
Tapuy. Claro que sí señor, muchas gracias, se lo agradecemos mucho.
Cacique Sereboquí. Me pueden llamar Juan Sereboquí
Pasaron los años, y como con el tiempo todo ser vivo envejece y muere, los cuatro caciques que no eran ajenos a las reglas de la vida, fueron envejeciendo y muriendo uno tras otro. Primero murió el Cacique Moile, Guardián del Norte, luego la Cacique Tajuto, Guardiana del Este, después el Cacique Chosuma, Guardián del Oeste.
Cada uno de ellos, el día de su muerte, como presintiéndola, colocaron sobre sus cuerpos los ornamentos sagrados de sus investiduras y caminando lentamente, se internaron en el bosque, hasta lo más espeso, y allí, se fundieron con la tierra, con el viento y con el fuego, que en el corazón de todo arde…
Pero, la sabiduría de cada uno fue entregada y guardada en tres piedras mágicas.
Piedra del JUCUMARI
Tierra – Fuerza
El espíritu del oso que, erguido en sus enormes patas capaces de controlar las vibraciones de la tierra, atemoriza a aquellos que atraviesan el río de las abejas, el Surutú, trasmite la potencia y la fuerza vital.
Piedra del MUTÚN
Aire – Pureza
La pava copete de piedra, princesa del Amboró, señala la abundancia, alegría, y pureza, capaz de controlar los vientos del este con sus alas.
Piedra del JICHI
Agua – Agilidad
Dueño de las aguas del Rio Surutú, ágil capaz de trasladarse de un extremo del rio a otro para evitar que aquellos que la crucen quieran contaminar sus aguas

Piedra del Manechi
Fuego – Lider
Quedará en la piedra del Manechi. El gran mono de pelambre roja como el fuego, de negra y barbada faz, que mira el sol ascender desde el horizonte, y hace resonar los montes y quebradas con sus profundos aullidos. La piedra que representa el fuego, el liderazgo…
Dicen que el que posea la piedra, liderará a los guardianes y tendrá el poder de escuchar y hablar con los amos de la selva, los elementales más poderosos.
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Esta tierra necesitará nuevos guardianes.
Casique Sereboquí
Tierra abundante y hermosa, hoy llegó mi hora.
Mi cuerpo y mi espíritu se fundirá con el bosque
En esta piedra dejaré mi sabiduría para que un día llegue a un nuevo portador
Un guardián nuevo que te buscará y encontrará
O quizás lo encuentres tu a él
Uré, Soré, Yemoyere y Tapuy
Tierra abundante y hermosa, hoy llegó mi hora.
Es ahora mi espíritu quien se quedará contigo,
Recibiré la energía de los caciques que me aguarda en el bosque
Buscaré y encontraré la sabiduría que en las piedras se haya guardada
Somos los nuevos guardianes de Ocorotú
Las piedras nos guiarán por senderos llenos de misterios, magia y sabiduría.
Hay que buscar las piedras.
Hay que buscar las piedras… Hay que buscar las piedras… Hay que buscar las piedras.
O quizás las piedras nos encuentren a nosotros.
« Quién de niño no soñó con tener poderes?, pues siempre los tuvimos, usémolos para cuidar de la naturaleza»